CANON de Johann Pachelbel (1653-1706)

Sentir sobre CANON de Pachelbel

Que distinto es todo desde aquí,
desde la altura,
coronado por las nubes,
bordeado de celeste,
cobijado por el sol
que atraviesa el horizonte
anunciando el nuevo día.

Vale la pena la vida
conciente de los latidos
de tu corazón junto al mío,
del calor de tus manos
apretadas a mi cintura,
de la luz de tus ojos
iluminando el futuro.

Vuelo amarrado a tu amor,
disfruto el bienestar de cada día
desde aquel en que te conozco.

El pasado eres tú,
el presente es el instante que compartimos,
el mañana la ilusión
de volver a tenerte.

Dichosos los enamorados,
felices los elegidos por el Amor,
benditos aquellos
que siendo dos
son uno.

Daniel Adrián Madeiro
Copyright © Daniel Adrián Madeiro

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SARABANDA de George F Haendel (1685-1759)

Sentir sobre SARABANDA de Haendel

Solo, muy solo,
así me siento desterrado de tus manos,
vacío de la esperanza por la cual soñaba,
triste hasta lo más profundo,
privado de una luz que me ayude
a sentir que la vida vale la pena.

Solo, muy solo,
así me encuentro en esta hora de tu ausencia,
preso de la lejanía de los buenos tiempos,
desdeñado de tu amor,
ajeno a la alegría de tus labios,
moribundo como las últimas ascuas de la tarde.

Daniel Adrián Madeiro
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FUGA de Johann Sebastián Bach (1685-1750)

Sentir sobre FUGA de Bach

Liberadas de la prisa del tiempo,
suave y rítmicamente,
una gota cae sobre otra
y por cientos se suman
a esta danza de otoño.

Bailan sobre el bosque
que anhelaba sus besos,
peregrinan por la senda ondulada
de los tejados rojos y resecos,
reviven la esperanza
de amarillentas hojas,
se cuelgan de los paraguas,
de las rejas,
de los dinteles,
del balcón donde ella
aguarda la alegría.

Una gota
y otra
y cientos
danzan el otoño
sobre los transeúntes
y se callan las aves
para escuchar el trino
del agua cuando corre
como un río por las calles.

¡Qué visión hermosa
esta lluvia serena!
¡Qué música tan bella
el agua cuando cae!

Daniel Adrián Madeiro
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DOMINE DEUS de Antonio L Vivaldi (1678-1741)

Sentir sobre DOMINE DEUS de Vivaldi

Tu voz me refresca
en la hora de la angustia,
tu oído me acompaña
en los secretos terribles.

Si hasta me parece ver
tu mirada entre miles,
cuidando mis pasos,
diciéndome: ¡Aquí estoy!

Yo camino tranquilo,
me recuesto en el verde,
me rodean los brazos
de una brisa ligera,
me baño con el canto
del agua de este río,
de esta vida distinta
con tu mano en la mía.

Hay un lugar que tengo
a mi merced dispuesto,
tu corazón abierto,
tu amor siempre presente.

Daniel Adrián Madeiro
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